A Hugo Duro (Getafe, 24 años) aún le cuesta creerse que está entre los diez mejores goleadores de la Liga. La temporada pasada, cuando el Valencia caminaba por la cornisa del descenso, solo pudo aportar un tanto y eso le frustró. “No lo supe gestionar bien. Ahora lo haría de otra manera”, reconoce. Cuando en verano pidió el número 9 que quedó libre tras la marcha de Justin Kluivert, su padre le dijo que a dónde iba, que no necesitaba más presión, pero él dio un paso al frente y se lo quedó. “Algunos aficionados comentaron lo barato que estaba el 9 del Valencia, y era verdad. Pero ahora me alegro de haber demostrado que estoy a la altura”. Este curso ya lleva una decena de goles y se permite pasar al lado de Diego López, que atiende a un periodista, y bromear en voz alta: “Diles quién es el mejor jugador del equipo…”. Aunque lo cierto es que este estatus es toda una novedad para él: “Si soy sincero, en verano no pensaba que a estas alturas estuviera así, la verdad. Había trabajado duro después y sabía que iba a mejorar, pero verme ahí… Buf. Estoy en casa, me veo en la tele y flipo. Yo soy un chico muy humilde”.
El delantero se reencuentra este sábado con el Real Madrid un año después de aquella tarde en Mestalla bañada en nitroglicerina.”Cuando pasó lo que pasó, vi a los aficionados insultar a Vinicius y se lo dije a mis compañeros: ‘Mira esos gilipollas’. Me pareció perfecto que Vinicius fuera y les señalara porque esa gente no representa a nadie en el club ni mucho menos en Mestalla. Luego, sobre la tangana, hay que entender que son momentos de tensión y que nosotros nos jugábamos mucho. No me comporté con Vinicius de las mejores maneras, pero fueron las que me salieron. No quise hacerle daño. Creo que él no se lo ha tomado mal porque hemos coincidido después y no me ha hecho un mal gesto ni nada”.
Hugo Duro conoce bien el peso del club blanco. Después de formarse como jugador en el Getafe, fue traspasado al Real Madrid. Allí vivió un tiempo de contrastes. Acabó jugando en el Castilla, en Segunda B, pero también pasó por el vestuario del primero equipo. “Había un grupo sensacional con gente que me arropaba mucho. A Sergio Ramos le agradeceré siempre cómo me trató, Lucas Vázquez o Isco me ayudaron un montón”. Allí coincidió con uno de los mejores delanteros del mundo, Karim Benzema. “Me fijaba mucho en él, aunque estaba a años luz. Era diferente. Lo veías entrenar y a pesar de estar rodeado de excelencia, se le veía diferente. Recuerdo jugar los típicos partidos reducidos en los que nadie tenía espacios, y él los encontraba”. Aunque su delantero favorito es Antoine Griezmann. “Me gusta su manera de ver el fútbol. Seguro que hay muchos en la Liga más fuertes que él, pero su manera de moverse, de jugar y de hacer jugar al resto lo hacen único, es mi debilidad”.
El madrileño es feliz esta temporada. Ya lleva diez goles, se ha prometido con su novia y está rodeado de jóvenes talentosos. “Yo cada vez que sube uno nuevo al primer equipo, me deprimo. En cualquier otra parte sería uno de los tres o cuatro más jóvenes de la plantilla”. No quiere poner el foco en ninguno, pero se deshace ante Javi Guerra porque tiene “unas condiciones de la leche”, Diego López, uno de los que le ha regalado más asistencias, la capacidad para regatear de Fran Pérez, o Christian Mosquera, un pilar en la defensa de solo 19 años. “Lo suyo es muy fuerte. No quiero hablar mucho, que nos lo quitan, pero la verdad es que con esa edad me impresiona la jerarquía que tiene. Es un jugador que me flipa y que parece que tenga 35 años”.
Hugo Duro asegura que la víspera del partido duerme como un lirón, pero que la noche de después no pega ojo. “Entre los productos que tomamos para activarnos, la tensión y los nervios, llego a casa y no duermo nada. Muchas veces me pongo el partido. El sábado jugamos a las nueve y es fácil que el domingo me plante aquí (en la Ciudad Deportiva) sin haber dormido. Esas siete u ocho horas por la noche, mientras mi chica y mis padres están durmiendo, no tengo nada que hacer, así que me pongo el partido, leo cosas e intento aprender. Yo también soy persona y cuando no me ha salido bien me río leyendo algunos comentarios”.
Su padre, que es ingeniero, y su madre, ama de casa, van a Valencia cada vez que su hijo tiene un partido en Mestalla. Su padre le recuerda de vez en cuando cómo lo condujo hacia el fútbol. “Cuenta que de niño era muy pesado con la pelota, que no paraba en todo el día. Y, además, él es socio del Getafe y empezó a llevarme al campo desde que tuve un año”. A sus progenitores siempre les gustó el deporte y los dos solían salir a correr por la pinada del Cerro de los Ángeles, en Getafe, donde el niño aprovechaba para jugar en una cancha de fútbol sala que había allí. Ahora van a verle siempre que puede y se quedan en la casa que el chico comparte con su novia y una perrita de la raza Shiba Inu llamada Nala. Su chica, con la que se casará en verano, es Nerea Martí, una joven de 22 años que también es deportista de élite -es piloto en la F1 Academy- y embajadora de una firma de moda. “Ella viaja más que yo, y viajes más largos. Por eso me regaña cuando yo me quejo porque tenemos un viaje en el día del partido de hora y media”.
Hugo Duro lleva varios tatuajes en homenaje a sus padres, su abuela y su hermana. En la espalda también se tatuó una frase llena de interpretaciones que sacó de la película ‘Buscando a Nemo’: ‘Sigue nadando’. Es lo que el delantero hizo después de su mala temporada. Y hoy, aunque no se lo crea, es uno de los mejores goleadores de la Liga.
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